Yo sé que en una noche
Yo sé que en una noche de tinieblas
me apagaré de pronto, cual la luz de una estrella;
los astros no sabrán el lugar de mi tumba,
pero después de mí seguirá mi furor
humeando como humea la boca de un volcán
aunque el fuego se ha muerto;
y alentaré en vosotros, en tanto brame el trueno,
en tanto en el océano batan furiosas olas.
¡Oh, quien pudiera hacer que vuestros sufrimientos
penetraran bien hondo en el seno del mundo,
embebiendo la mágica dulzura de los cielos,
la suavidad del campo, las hierbas, las estrellas,
y vivir, y agitarlos,
y envejecer con ellos, y también renovarse,
sentirse marchitar y otra vez florecer,
y, sin nombre, ni estampa, ni un origen,
quedar como el testigo de vuestro gran dolor,
hasta el último siglo,
clamando, sin palabras, al cielo y al infierno
y retener la salvación del mundo!
y si, al final del tiempo, un falso sol se eleva
de mentira Justicia
encima de las tumbas de vuestros pobres muertos,
y un impuro estandarte, en vuestra sangre tinto,
flamea, impudoroso, por sobre las cabezasd
de los inmoladores,
y el sello de Elohim, escarnecido,
en la bandera impreso,
taladra las pupilas del sol en las alturas,
y el son de pies profanos, y la cruda estridencia
de la engañosa fiesta agitan en sus tumbas
los huesos de los mártires,
la luz del firmamento temblará, obscureciéndose
con vuestros sufrimientos,
y el sol se ha tornar en una roja
mancha de vuestras sangre,
y en la frente del mundo se observará el terrible
estigma de Cain,
y, en el vigor de Dios, ya quebrantado,
señales de flaqueza,
y una estrella y la otra gritará, estremecida:
“¡He aqui la gran mentira!
¡He aquí el gran dolor!”;
y el Dios de la venganza, herido el corazón,
tonante se ha de alzar
mostrándose empuñando una llameante espada…