En los días de verano
En los días de verano, días de calor, cuando el sol,
desde la altura del firmamento, inflama como un horno, el día
cuando el corazón apetece un arrimo de paz para soñar,
ven a mí, hacia mí ven, ¡oh amigo fatigado!
Tengo un huerto y en el huerto, bajo un zumaque, hay propicia sombra;
escápate de la ciudad y de los hombres, nos aislaremos junto a una loma
totalmente rodeada de vegetación, apacible y recoleta;
allí nos aislaremos, allí descansaremos, ¡oh dulce hermano!
Con alegría y dulzura, seguros en tal abrigo,
interrogaremos, juntamente, al filo del mediodía,
el misterio que nos rodea y que ha hendido,
como rayo de oro, la densidad de las calígines.
En las noches de invierno, noches de frío y de tinieblas,
cuando te apriete, por fuera, el helado cierzo
y la escarcha clave sus dientes en tus ateridas carnes,
¡ven hacia mí, bendito de Dios, ven hacia mí!
Mi casa es pequeña y pobre, sin comodidades ni lujos,
pero tibia, llena de luz, abierta al peregrino;
sobre el hogar crepita el fuego, sobre la mesa arde la lámpara;
siéntate junto a mí, y caliéntate,!oh hermano errabundo!
Y cuando se oiga el el ulular del torbellino nocturno,
recordaremos vivamente la aflicción del pobre que parece en la calle,
y entonces te apretará sobre mi corazón,!oh mi compañero, mi buen hermano!
y una lágrima de fidelidad junto a ti derramaré.
Pero cuando llegue la estación autumnal, los días de lluvias y nubes;
cuando todo aparezca desolado y gris, inundado entre barrizales,
el aguacero repicando sobre el tejado y una carcoma dentro del corazón,
por favor, déjame solo ¡oh hermano amable!
Poesías de Jaim .N. Bialik
Traducción de José M. Millas y Vallicrosa
Sociedad Hebraica Argentina
Buenos Aires 1953