En la matanza

Por: Jaim Najman Bialik

¡Cielos, pedid clemencia para mí!

Si hay un D’s entre vosotros y un camino que ascienda a ese D’s,

yo no pude hallar la senda-

¡Rogad, rogad por mí!

Mi corazón está muerto y no hay plegarias en mis labios,

y ya el abandono y la desesperanza-

¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?

¡Verdugo! ¡He aquí el cuello –toma, corta!

Decapítame como a un perro –el hacha está en tu mano,

Para mí es un patíbulo la tierra.

¡Y nosotros –una minoría!

Mi sangre es gratuita – Golpea el cráneo y brotará la sangre de tu crimen-

La sangre del niño y la del anciano – sobre tus ropas

que no se borrará para nunca jamás.

Y si existe la justicia ¡Aparezca ahora mismo!

Mas, si después de mi desaparición en la tierra

apareciera

¡Desaparezca su trono para siempre!

Y se pudran los cielos en la maldad, eternamente.

Y vosotros –malvados- seguid con el saqueo,

que vuestra sangre es la ignominia.

Maldito sea quien diga: ¡venganza!

Que venganza por la sangre de un niño pequeño

no la inventó siquiera Satán.

¡Caiga la sangre hasta los abismos más tenebrosos

y consuma y socave allá

los órganos podridos de la tierra.

Comey, Arie (compilador y traductor), Poesía Hebrea Moderna, Jerusalem, La Semana Publicaciones Ltda., 1987