Después de vagar por las lejanías
Después de vagar por las lejanías, de recorrer diversos países,
como pájaro que atraviesa el mar, a la casa materna he llegado.
Y de aquí, otra vez, ante mis ojos los lugares queridos,
los que son caros a mi corazón y por los que éste tanto ha sufrido;
he aquí, por segunda vez, ante mi faz las imágenes que me son amables,
las que ansié regar con el rocío de mis lágrimas;
pues mi alma ansió llorar sobre su pecho,
abrazarlas, besarlas, acariciar el polvo de sus ruinas.
Entre todos sus dones, dos me reservó el Señor:
mis recuerdos dolorosos y el venero de mis lágrimas.
Pues ni los días de aflicción ni mi errabundo exilio
pudieron borrar de mi mente los recuerdos de la infancia,
las cuales están grabados en mí, sin poder abandonarme,
como sello sobre mi corazón, como una impronta sobre mi mano.
Las lágrimas que en país extranjero he derramado.
dentro de tu odre cayeron, en el estrado de mi patria,
pues ciertamente en tierra extraña no pude encontrar
una mano compasiva que enjugara las lágrimas de mi faz.
Colmado ya el odre, hoy lo he sacado y he llevado
la copa de veneno que conmigo había, a mi casa,
pues cuando, hoy día, la abandoné, llena y colmada,
encontré también tu copa tal como antes estaba.
O sea, tu aflicción, tu congoja, las sombras de tu cara.
¡Cuán pesada es la caliginosa nube que sobre ti se extiende!
Ni siquiera una gota del ajenjo de tu copa te fue dispensada.
¡Dios mismo te quitó la paz, ha olvidado tu gracia!
¿Quién sabe las lágrimas que aún has de derramar,
los torbellinos que sobre tu cabeza han de cernerse?
Hasta que sople un viento de bonanza, firme y franco,
que arrastre las nubes caliginosas hacia el desierto,
que disipe los nubarrones que ensombrecen nuestro cielo,
sin necesidad del clamor de nuestros lamentos y plegarias.
Poesías de Jaim .N. Bialik
Traducción de José M. Millas y Vallicrosa
Sociedad Hebraica Argentina
Buenos Aires 1953