Al llegar la primavera
He aquí que sopla otro aire; los cielos hanse levantado;
divísanse en la lejanía radiantes y amplios horizontes;
por la sierra trepas, con ágil paso, la primavera;
de la campiña se levantan, con el sol, cálidos vapores;
en los árboles, tiernos y húmedos, se abren los primeros capullos.
Por doquiera y en torno se respira otro aire.
Aún no irrumpieron las voces ni los gritos de júbilo,
pero cunden ya unos cánticos puros y susurrantes
y ábrense paso eclosiones de cándidas luces.
¡Esperad un poco!. Estallará la fuerza de la vida que se recata,
de súbito florecerá y descubrirá el vigor juvenil,
todas las fuerzas fecundas y grandes.
¡Cuán dulce es la luz y cuán plácido el ambiente!
Doquiera se posa la vista, se descubren imágenes sonrientes
que, radiantes, parece que os salen al encuentro.
En la arboleda diríase que se tejen hebras de oro,
que dentro de poco se transformarán en ramilletes de flores,
como en cascadas sobreabundantes de juventud.
Dentro de poco también se transformarán en cándidas flores
mí nueva juventud y mis sueños antiguos,
porque asimismo a través de ellos ha soplado un aires de primavera.
Voy a desentrañar todas la congojas de mi corazón agobiado
y con lágrimas radiantes le negrura de mi desilusión disiparé.
¡Un nuevo aire ha soplado a mí alrededor!
Poesías de Jaim .N. Bialik
Traducción de José M. Millas y Vallicrosa
Sociedad Hebraica Argentina
Buenos Aires 1953