Sí, el pueblo es heno
(Traducidos del hebreo especialmente para Judaica)
Porque el viento de Dios sopló allí. Sí, el pueblo es heno
(Isaías, 40, 7.)
Si, el pueblo es heno; leño sin savia ni humedad;
cadáver, sí cadáver de enorme gravedad.
Puede la voz divina tronar por dondequiera:
no se estremece el pueblo: ni tiembla, ni se altera.
¿Fue león que es yergue, cachorro que se inclina?
¿Corrió con sólo un hombre tras de la voz divina?
El corazón entero ¿palpitóle, jocundo,
desde el uno hasta el otro de los lindes del mundo,
donde vió que sus hijos, generación de Dios,
acudían de lejos en pos de aquella voz?
¿Dióles la mano? ¿Díjoles tan siquiera ¡salud!
por hablar en su nombre con veraz rectitud?
La grita que le arrancan sus ídolos de oro
Cubrió la voz sagrada, tapó el trueno sonoro.
Infame y canallesco, procaz y escupidor,
hace mofa y escarnio del verbo del Señor.
Sí, está marchito. Es todo mezquindad y ponzoña.
Es de pies a cabeza pobredumbre y carroña.
¿Alzó de sus entrañas, en día de aflicción,
un héroe que tuviese cabeza y corazón,
y en éste chispas, chispas que la sangre encendieran,
y en aquella centellas que el rumbo esclarecieran;
que colocase al pueblo como a su Dios, austero,
sobre los falsos dioses de oro y del dinero;
que acopiase en el pecho verdad y fortaleza,
odio por una vida de oprobio y de bajeza
y una misericordia grandiosa como la mar,
grande como el quebranto y el yugo popular;
que como el mar rugiese, rugiese y se agitase;
que ardiese como el fuego, que ardiese y se inflamase;
que siempre, como el eco de un trueno, repitiese:
¡ve y obra, que la mano de Dios nos favorece!?
Sí, está perdido. Aspira befas y escupitajos.
Falta base a sus hechos, sentido a sus trabajos.
Su vagar de milenios, su exilio sin clemencia,
le han desviado el instinto, robado la conciencia.
Habituado al garrote, ¿sentirá la feral
humillación de alma, dolor incorporal?
Revolcado en el fondo de una sima sombría,
¿sentirá más afanes que los de cada día?
¿Soñará con un alba, con un advenimiento?
¿Se propondrá una meta? ¿Dejará un Testamento?
No siendo por el látigo, no se despertará;
no siendo por la razzia, no se levantará.
Musgo de estercolero, vid hueca, flor podrida,
el frescor del rocío ¿le tornará la vida?
Ondee el pendón ágil, resuene el clarín fuerte,
¿removerán a un muerto del sueño de la muerte?
Versión castellana de Carlos M. Grünberg.
Publicación mensual “JUDAICA”
Director: Salomón Resnick
Buenos Aires , JULIO 1934
Nº 13