Soledad
Todos fueron llevados por el viento…
Códigos por la luz se han ido de ella en pos;
Vibró en sus alboradas canto nuevo,
Pero a mi, ave tiernísima, me han dejado olvidado
Bajo el ala de Dios.
Quédeme solo, solo. Así el celeste espíritu
Que con su ala rota pasó trémulamente
Rozando mi cabeza. Y el corazón me dijo
Que temblaba por mí,
Por su único hijo.
Ha sido desterrado de todos los rincones.
Sólo un ángulo oculto, pequeño y desolado
Quedó: la sinagoga… y en sus sombras se aloja.
Y yo me fui con él
A unirme con su congoja.
Cada vez que mi alma me impulsa a la ventana
En sus ansias de luz, y sus alas me oprimen
Como si el propio aire me faltara,
Reclina su cabeza en mi hombro, y sus lágrimas
Caen sobre las páginas de la abierta Guemara.
Llora calladamente junto a mí, y en su angustia
Dice, en el palpitar de su ala quebrada:
“Todos fueron llevados por el viento,
Todos volaron ya;
¡Ah, qué solo me siento!”.
Y suena en mis oídos aquel llanto callado,
De lágrimas hirvientes,
Como el fin de una antigua y honda meditación,
Como algo que es, a un tiempo, miedo y súplica
Hilando una oración.